4 febrero, 2022 - 39ytú
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22 octubre, 2021
La fibra, podemos definirla como un conjunto de sustancias de origen vegetal, que nuestro organismo es incapaz de digerir y absorber, llegando íntegras al colon, donde es fermentada por las bacterias o microbiota intestinal. La fermentación de la fibra por parte de las bacterias colónicas, implica efectos beneficiosos, tanto directos como indirectos para nuestra salud.
Existen dos tipos de fibra:
Apenas capta agua, por lo que forma agregados de baja viscosidad. Es poco fermentable y resulta de gran utilidad para evitar el estreñimiento. Se encuentra, principalmente, en cereales integrales, legumbres, verduras y hortalizas.
En contacto con el agua forma un gel de consistencia viscosa. Es fermentada por las bacterias del colon, aumenta el tiempo de vaciado gástrico, y también ralentiza la absorción de glucosa en sangre. Se encuentra, principalmente, en legumbres, frutas (naranjas, manzanas, higos, albaricoques, ciruelas o mangos), y frutos secos.
Es fundamental alcanzar la cantidad recomendad de fibra al día. Para un adulto sano se sitúa en torno a los 25-35 gramos diarios. Para llegar a esta cantidad es interesante incluir alimentos integrales en nuestra alimentación, además de frutas y verduras diariamente.
La diversidad bacteriana está asociada con un buen estado de salud. Esta misma puede verse afectada cuando la alimentación es baja en fibra.
La fibra juega un papel muy importante en el mantenimiento de una microbiota estable y equilibrada. Es un prebiótico, es decir, al ser fermentada de manera selectiva por las bacterias, se producen cambios específicos en la composición y/o actividad de la microbiota, lo que a su vez, implica beneficios en la salud de la persona.
De hecho, el consumo de fibra es una de las estrategias de mayor impacto y eficacia para la modulación de la microbiota, ya que, se generan numerosos metabolitos, entre ellos ácidos grasos de cadena corta.