4 febrero, 2022 - 39ytú
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7 julio, 2022
La microbiota intestinal es el conjunto de numerosos y diversos microorganismos, constituidos principalmente por una diversidad de especies bacterianas que conviven entre ellas en equilibrio de forma simbiótica. Estas bacterias son esenciales para nuestra salud, ya que son responsables de múltiples funciones en nuestro organismo. Entre las más destacadas, encontramos su actividad protectora e inmunológica, forman parte de los procesos metabólicos, de la absorción de nutrientes, incluso también influye en nuestro estado de ánimo. Por tanto, para que nuestro organismo funcione correctamente es imprescindible cuidar de nuestra microbiota y alimentarla bien.
Existen factores extrínsecos que pueden afectar a ese equilibrio y diversidad de las especies bacterianas; alterando de forma negativa la microbiota y sus funciones. Bajo estas condiciones, existen agentes (como son los probióticos) que son considerados herramientas útiles para restablecer y mantener el equilibrio armonioso de la microbiota, también a través del manejo de una alimentación equilibrada y variada.
No obstante, para poder escoger entre los distintos tipos de probióticos que existen hoy en día en el mercado, es importante tener claros algunos conceptos para poder diferenciarlos y saber cómo pueden ser útiles para nuestra microbiota.
Los probióticos, definidos por la OMS (Organización Mundial de la Salud), son microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud del huésped.
Dichos microorganismos tienen que ser estables y resistentes para poder llegar y colonizar nuestro intestino una vez ingeridos. Esas bacterias cuando son adheridas a la superficie de nuestro intestino, fortalecen los mecanismos de la microbiota de barrera protectora, interviniendo en la prevención y el crecimiento de microorganismos patógenos, responsables del desarrollo de muchas enfermedades crónicas (diabetes tipo 2, obesidad, problemas digestivos, etc.).
Para que un conjunto de microorganismos sea definido como probiótico debe de cumplir algunas características como:
En el entorno de un producto probiótico destinado a consumo, es importante que exista evidencia científica y una evaluación de la eficacia de la incorporación de las cepas probióticas en el intestino y de los beneficios que aportan. Adicionalmente, es importante garantizar la seguridad, la cantidad y la compatibilidad del producto (del conjunto de los microorganismos existentes), y el mantenimiento de su viabilidad durante la elaboración, embalaje, y condiciones de almacenamiento.
Hoy en día son reconocidos diferentes tipos de probióticos y en función de su naturaleza pueden aportarnos diferentes beneficios.
Cada bacteria se identifica por su género, especie, cepa o una designación alfanumérica. Los géneros más utilizados pertenecen a las bacterias acido lácticas, como los Lactobacillus y Bifidobacterium. Los Lactobacillus y los Bifidobacterium son bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal.
El género Bifidobacterium tiene un efecto beneficioso sobre el organismo y su presencia en nuestro intestino puede ayudar a evitar que crezcan bacterias patógenas. Se trata de microorganismos que no pueden crecer en presencia de oxígeno. Además, a este género se le atribuye una importante función en el mantenimiento del ecosistema intestinal a la vez que juega un papel importante en el desplazamiento de bacterias patógenas.
En cuanto al género Lactobacillus, la mayor parte de Lactobacillus se encuentran en el intestino delgado y en el colon. Se trata de bacterias productoras de ácido láctico, lo que implica la creación de un entorno más ácido, teniendo un efecto favorable en nuestra salud ya que promueven el desarrollo de otras bacterias también beneficiosas. Es interesante mantener los niveles de estas bacterias, ya que ejercen una protección importante. Cabe destacar que se trata de un género muy amplio, donde se incluyen más de 100 especies con propiedades heterogéneas.
Existen muchos probióticos, pero no todos tienen los mismos efectos y mecanismos de acción. Diferentes géneros, especies y cepas actúan a través de mecanismos que pueden estar vinculados con beneficios en distintas funciones fisiológicas. Eso significa que existen probióticos que su consumo está asociado con la mejora de la modulación de la respuesta inmune, la regularidad del intestino, las intolerancias, los procesos metabólicos como son la digestión y la absorción o el control de la glucosa.
La investigación sobre los probióticos y sus relaciones con la microbiota continúan y permiten profundizar el estudio del uso de diferentes cepas probióticas específicas, como una solución para un problema específico a tratar.
En este ámbito, evidencias científicas demuestran que el consumo de probióticos como:
Los alimentos probióticos se recomiendan consumir diariamente, ya que, entre otras cosas, podrían ayudar a prevenir patologías que puedan estar relacionadas con un desequilibrio en la población bacteriana, lo que se llama disbiosis.
El seguimiento de unos hábitos no saludables, contraer enfermedades y los medicamentos, muchas veces conducen a una alteración de nuestra microbiota.
Por norma general se ha identificado que existen alimentos que nos pueden aportar de forma natural sus bacterias probióticas, con el fin de poder mantener y alimentar a nuestra microbiota. Productos fermentados, como son los lácteos y en concreto, el yogur o el queso fresco se consideran alimentos que nos aportan una cantidad significativa de las bacterias ácido-lácticas y su consumo se ha asociado con un efecto beneficioso para la microbiota.
Por otra parte, cuando nuestra microbiota se ve alterada y afectada se necesita una mayor dosis de bacterias probióticas, para poder prevenir y restablecer la diversidad y el equilibrio de nuestra microbiota nativa.
Por ejemplo, la diarrea, puede estar ocasionada por el exceso de consumo de antibióticos. Los antibióticos actuarían “eliminando” tanto bacterias beneficiosas como patógenas, lo que daría lugar a una inestabilidad en la población bacteriana que habita dentro de nosotros y como consecuencia en este caso, a una diarrea.
Para ayudar a restaurar la homeostasis bacteriana, sería interesante consumir alimentos probióticos y suplementos que contengan estos microorganismos. Ya que de esta forma estamos proporcionando directamente a nuestro organismo bacterias beneficiosas para que vuelvan a colonizar nuestro tracto intestinal y así llegar a la estabilidad bacteriana en nuestro organismo.
Actualmente existen más agentes, aparte de los probióticos, que están reconocidos porque ejercen un efecto positivo en nuestra microbiota y en nuestras funciones fisiológicas. Los prebióticos, los alimentos funcionales y algunos componentes bioactivos están considerados, también, como herramientas útiles que actúan de forma beneficiosa sobre una o varias funciones de nuestro intestino y nuestro organismo. En muchas ocasiones, se pueden encontrar como componentes, de la misma forma que los probióticos, en productos destinados a la mejora de nuestra microbiota y salud, por lo tanto, es importante también saber reconocerlos e interpretarlos.
Los prebióticos, son ingredientes no digeribles de los alimentos, normalmente fibra, que, al ser fermentados selectivamente por las bacterias de la microbiota, producen cambios específicos en la composición y/o actividad de la microbiota gastrointestinal confiriendo beneficios en nuestra salud.
Por otra parte, los alimentos funcionales son alimentos que suelen estar presentes en la dieta habitual de muchas personas. Pero a diferencia de otros alimentos, los funcionales pueden aportar un mayor beneficio para la salud, independientemente de los que nos aportan los nutrientes básicos que contienen. Además, sus beneficios deben reflejarse en cantidades que son consumidas normalmente en la alimentación.
Un alimento puede ser funcional debido a que alguno de sus componentes ha sido mejorado, se ha añadido un componente beneficioso, se ha aumentado la biodisponibilidad de uno de sus componentes o una combinación de las anteriores premisas. En este campo encontramos productos enriquecidos como son los cereales enriquecidos con vitaminas y minerales, los huevos enriquecidos con omega 3, las leches enriquecidas, etc.
Asimismo, un componente bioactivo, es un compuesto químico que se encuentra en los alimentos de forma natural en pequeñas cantidades y su consumo también tiene un efecto beneficioso en la salud. La luteína de la yema del huevo, el ácido linoleico conjugado de los lácteos y las grasas omega 3 son algunos componentes bioactivos antioxidantes, antimicrobianos y antiinflamatorios de origen animal. Mientras que el licopeno del tomate, algunos polifenoles y fitoesteroles de origen vegetal son componentes bioactivos que se ha demostrado que ejercen un efecto antioxidante y regulan los niveles de colesterol respectivamente en nuestro organismo.
Es por ello que la combinación de unos buenos hábitos de vida, alimentación, ejercicio y cuidado de la salud mental, donde se incluya el consumo de complementos alimenticios que combinen probióticos con ingredientes activos o funcionales puede ser una de las estrategias preventivas a la hora de reducir el riesgo de padecer ciertas afecciones o, a su vez, de ayudar a mejorar una vez presentes.
Bibliografía