4 febrero, 2022 - 39ytú
Departamento de nutrición ICLANP La ashwagandha, también conocida como withania…
21 enero, 2022
Departamento de nutrición de Capsa Food
El intestino humano es un órgano complejo, y en él se encuentra un hábitat natural de una población de numerosos y diversos microorganismos que conviven en la superficie de la mucosa intestinal, formando un ecosistema simbiótico. La mucosa intestinal y su microbiota desarrolla funciones esenciales para nuestro organismo como son: la permeabilidad y el efecto de barrera defensiva contra los patógenos, la acción de la homeostasis inmunomoduladora, el metabolismo de los nutrientes, la síntesis de componentes esenciales bioactivos y la regulación del metabolismo energético.
En un estado normal, y bajo el seguimiento de hábitos saludables, como es una alimentación equilibrada y variada en combinación con la actividad física, la microbiota intestinal se fortalece y mejora sus funciones principales. No obstante, existen factores extrínsecos e intrínsecos que pueden llevar a un desequilibrio de la microbiota intestinal, provocando alteraciones y conduciendo a una inflamación intestinal.
Entre los factores intrínsecos más destacados, se encuentra la carga genética y fisiológica del huésped, la edad, el género, el metabolismo y la nutrición endógena, mientras que los factores extrínsecos con mayor influencia son: la carga microbiana del ambiente, factores cotidianos como hábitos y tipos de alimentos, el estrés, consumo de agua clorada y alteraciones del sueño; siendo estas últimas menores, comparadas con las producidas por el consumo regular de medicamentos. Los antiinflamatorios, laxantes, antiácidos y antibióticos, pueden impactar de forma considerable sobre el equilibrio de la microbiota intestinal, reduciendo drásticamente las poblaciones dominantes y sus metabolitos, y disminuye la capa de la mucosa intestinal (función de barrera); combinación que favorece la adhesión y la colonización de patógenos oportunistas, y por lo tanto, el mayor desarrollo de enfermedades.
Las actividades principales de la microbiota se ven dañadas por la disbiosis provenida de los factores mencionados anteriormente, y con el tiempo muchas veces se manifiestan de distintas formas y síntomas. Entre los más destacados se encuentran:
La tendencia al sobrecrecimiento de microorganismos con una mayor eficiencia en la obtención de la energía, se asocia con el desarrollo de enfermedades como la obesidad o la diabetes tipo 2.
De la misma manera, la alteración de los procesos metabólicos, en función de la disbiosis de la microbiota intestinal, puede afectar a la secreción y a la producción de componentes importantes (enzimas, componentes bioactivos) que forman parte en la digestión de algunos alimentos. Esto puede producir síntomas desagradables como hinchazón, gases, diarrea, dolor abdominal y náuseas.
Numerosos son los trabajos que han relacionado la microbiota intestinal, con el desarrollo y la función del sistema inmunitario del huésped. Una microbiota alterada se puede asociar con una inflamación que altera el funcionamiento del sistema inmunitario. Nuestras defensas se ven afectadas, cosa que da en lugar en el desarrollo de enfermedades autoinmunes o que seamos más vulnerables en infecciones víricas.
Nuestra capacidad para dormir también es un síntoma que algunas veces puede ser causado por la disbiosis de la microbiota intestinal. La mayor parte de la serotonina del cuerpo, hormona que afecta al estado de ánimo y del sueño, se produce en el intestino. Por ello, los daños en el intestino pueden perjudicar la capacidad de dormir bien.
Dentro de nuestro proyecto de Nutricion de precisión de 39ytu, disponemos de nuestro test de microbioma analiza exhaustivamente el ADN de las bacterias presentes en nuestro intestino para conocer si existe desviación en relación a nuestras dianas de salud; seleccionadas por mayor prevalencia en nuestra población, como son: control glucosa, reduce colesterol, disconfort digestivo, disconfort intestinal, regularidad intestinal e inmunidad.