14 octubre, 2022
Dr. Vicente M. Gómez-López; Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).
Cada año, a un ritmo vertiginoso, nuevas investigaciones científicas demuestran el papel de la microbiota humana en nuestra salud. Es conocido que el tracto respiratorio posee su propia microbiota que afecta su funcionamiento apropiado. Pero no sólo la microbiota de las vías respiratorias, también la microbiota intestinal afecta a la salud respiratoria a través de lo que se conoce como eje intestino-pulmón. El intestino y los pulmones, al igual que todas las membranas mucosas del cuerpo, están conectados bidireccionalmente; esto es, factores inmunitarios y microorganismos del intestino a través de los parches de Peyer pueden viajar hasta los pulmones y viceversa por medio de la sangre y el sistema linfático (Zhou y Chen, 2022).
Los científicos han tratado de establecer relaciones entre la microbiota intestinal y su impacto sobre la salud respiratoria en enfermedades tan diversas como la COVID 19, el asma y otras alergias, las infecciones agudas, diversas enfermedades crónicas como la enfermedad obstructiva crónica, el cáncer y la fibrosis cística. La anómala abundancia de un determinado microorganismo en el intestino asociado a una enfermedad lo hace un blanco para medidas terapéuticas tales como el uso de probióticos para restituir la flora intestinal normal.
Aunque ningún alimento que podamos consumir puede prevenir la infección por COVID-19, el seguir una dieta saludable proporcionará los nutrientes necesarios para el desarrollo de una adecuada microbiota, lo cual redundará en un mejor funcionamiento del sistema inmunitario. Ello impactará en forma global la salud del cuerpo humano, incluyendo su resistencia a enfermedades respiratorias. Las complicaciones a largo plazo de la COVID-19 han sido relacionadas con la composición de la microbiota intestinal. El uso de probióticos puede aliviar los síntomas y mejorar la desaparición del virus en pacientes ambulatorios con COVID-19. El consumo de una fórmula probiótica de cepas de Lactiplantibacillus plantarum y Pediococcus acidilactici durante 30 días ha demostrado ser útil en el tratamiento de la COVID-19, la remisión completa se logró en el 53 % de los pacientes que consumieron los probióticos en comparación con sólo 28 % en los pacientes del grupo placebo (Gutiérrez-Castrellón y col., 2022).
No siempre los científicos pueden extraer conclusiones sólidas de las relaciones entre la microbiota intestinal (incluyendo el efecto del consumo de probióticos) y la salud respiratoria pues existen estudios que no controlan todas las variables. Sin embargo, una revisión sistemática y rigurosa de los estudios existentes en la literatura científica al respecto, publicada recientemente, encontró que la ingesta de probióticos podría reducir el número de personas con diagnóstico de infecciones agudas del tracto respiratorio superior (IATRS), probablemente reduzca el número de diagnosticados con IATRS, y podría reducir la tasa de incidencia (número de casos/persona año) de las IATRS y la duración media de un episodio de IATRS. En dicha revisión, también se muestra que la ingesta de probióticos probablemente reduzca el número de pacientes que usan antibióticos recetados para las IATRS (Zhao y col., 2022). El consumo de una cepa de Lactoplantibacillus plantarum ha reducido significativamente el número de días que los pacientes están enfermos de IATRS en un 20 % y los días que están con fiebre en un 27 % (Altadill y col., 2021). También algunos estudios han demostrado que el uso de probióticos podría reducir el riesgo de neumonía asociada al ventilador en pacientes de las unidades de cuidado intensivo (Wozniak y col., 2022). La administración del probiótico Lactobacillus rhamnosus no solo puede atenuar la infección por Salmonella Typhimurium, un patógeno intestinal, sino que también puede conferir resistencia a la infección por Streptococcus pneumoniae, un patógeno respiratorio, disminuyendo la carga de S. pneumoniae en el pulmón y evitando su diseminación a la sangre (Samuelson y col., 2015).
Por otro lado, la lesión pulmonar aguda severa asociada a pancreatitis guarda una relación importante con la microbiota intestinal. La pancreatitis aguda severa se caracteriza por la disminución en la abundancia de anaerobios comensales en el intestino (como Bacteroides, Bifidobacterium, Lactobacillus, Roseburia y Eubacterium), lo cual trae como consecuencia la alteración de la producción de ácidos grasos de cadena media, que son compuestos relacionados con las propiedades beneficiosas de una microbiota intestinal sana (Wang y col., 2022).
La noción de que las alteraciones de las respuestas inmunitarias en el intestino pueden afectar directamente el desarrollo de enfermedades alérgicas en los pulmones ahora está ampliamente aceptada debido a la fuerte evidencia epidemiológica y experimental (Samuelson y col., 2015). Las alergias respiratorias en niños han sido asociadas a una mayor abundancia fecal de Ruminococcus gnavus (Chua y col., 2018). Estudios epidemiológicos han demostrado que existe una asociación entre una diversidad en la microbiota intestinal reducida en la infancia temprana y el desarrollo de asma en edades posteriores; al contrario, una elevada diversidad bacteriana predice una mejor salud en el futuro (Valverde-Molina y Valverde-Fuentes, 2018).
La microbiota mantiene vínculos inextricables con el carcinoma de pulmón, estando continuamente involucrada en la iniciación, progresión, resultado y pronóstico de las neoplasias pulmonares. En pacientes con cáncer de pulmón se ha detectado una mayor abundancia de Bacteroidetes, Cyanobacteria, Fusobacteria, Lentisphaerae y Spirochaetes, mientras que la cantidad de Firmicutes y Verrucomicrobia es drásticamente menor en comparación con grupos saludables (Zhou y Chen, 2022).
Aunque limitada, existe alguna evidencia científica que apunta a que el consumo durante 12 meses de una cepa de Lactobacillus rhamnosus por niños con fibrosis quística promueve una microbiota intestinal dominada por bifidobacterias asociada con una disminución de la exacerbación pulmonar, de la inflamación intestinal y de la administración de antibióticos junto con una mejora de la función pulmonar (Ray y col., 2022). En la enfermedad obstructiva crónica, un estudio de un año de duración ha demostrado que cambios en la microbiota intestinal pueden ser asociados con la declinación de la función pulmonar (Chiu y col., 2022).
Así pues, cada vez la evidencia científica apunta a que una adecuada microbiota intestinal no sólo contribuye a la salud del intestino sino también a la salud del tracto respiratorio.
Bibliografía