2 diciembre, 2022
Dra. Mª Salud Abellán Ruiz; Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud; Universidad Católica de Murcia (UCAM).
Los niños en las guarderías infantiles tienen un mayor riesgo de trasmisión y contagio de diversas patologías infecciosas, principalmente de los tractos respiratorio y digestivo. Además, estos contagios ocasionan un elevado número de absentismo laboral de sus cuidadores. En el proceso de transmisión de la enfermedad infecciosa intervienen diversos factores del huésped (edad, hábitos alimentarios e higiénicos y el grado de maduración inmunológica), del ambiente (condiciones de saneamiento) y características intrínsecas del agente patógeno. En este contexto, las infecciones digestivas y respiratorias se presentan principalmente en lactantes y niños que asisten a guarderías, con una frecuencia superior a aquellos niños que no asisten a estas instituciones. Hasta la fecha, se puede encontrar en el mercado numerosos métodos de prevención y tratamiento para mejorar el sistema inmunitario del niño, que han demostrado tener poco beneficio.
La administración de probióticos, definidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación como "microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped", constituye actualmente, un avance en la prevención y control de diversas infecciones, ya sea de forma directa o como adyuvantes. El efecto inmunomodulador de los probióticos regula la respuesta inmunológica tanto local (intestino) como sistémica del lactante, niño o adulto mediante diversos mecanismos fisiológicos como la producción de sustratos metabólicos para el mantenimiento de la barrera epitelial y la integridad de la mucosa. Además, los probióticos pueden estimular de manera indirecta la función protectora del sistema inmune sobre otras mucosas del tejido linfoide como la del tracto respiratorio. En esta línea, existen estudios donde se demuestra que la presencia de ciertas cepas probióticas en el intestino puede modular la presencia de microorganismos incluso en otros órganos periféricos, ejerciendo el citado efecto inmunomodulador a nivel sistémico desde el lumen intestinal. Las bacterias probióticas más investigadas en modelos animales y ensayos clínicos pertenecen a las especies Lactobacillus y Bifidobacterium.
El estudio del uso de probióticos para la prevención de enfermedades infecciosas recurrentes en niños, sobre todo en menores de 6 años, es muy inferior a los estudios realizados en población adulta.
No obstante, en 2016 se publicó una revisión de 23 estudios clínicos en los que participaron un total de 6269 niños en la que se concluyó que la ingesta de probióticos producía una disminución en la incidencia de las infecciones del tracto respiratorio en niños. La duración de la infección y el número de días que faltaban a la guardería también era menor en los niños que tomaban probióticos.
El efecto de los probióticos en el sistema inmunológico depende del tipo, de la dosis y de la duración de la intervención. Así, Leyer GJ y col. realizaron un estudio clínico en 2009 para evaluar los efectos del consumo de probióticos en la incidencia y duración de los síntomas del resfriado y la influenza en niños sanos (de 3 a 5 años de edad) y durante la temporada de invierno. Se administró Lactobacillus acidophilus NCFM o un combinado de Lactobacillus acidophilus NCFM con Bifidobacterium lactis Bi-07 en comparación con placebo, durante 6 meses. En relación con el grupo placebo, la administración de probióticos de forma única y combinada redujo la incidencia de fiebre en un 53 % y un 73 %, de tos en un 41 % y un 62 %, y de rinorrea en un 28 % y un 59 %, respectivamente. La duración de la fiebre, la tos, la rinorrea, el uso de antibióticos y los días de ausencia del cuidado infantil en el grupo que tomaron los probióticos también se redujeron significativamente, más aún en el grupo al que se le suministró la combinación de probióticos. Por otro lado, las enfermedades gastrointestinales provocan diarrea aguda, una de las principales causas de morbilidad, hospitalización y mortalidad en población infantil a nivel mundial. En esta línea, Chen K y col. (2020) evaluaron la eficacia y seguridad de tres cepas probióticas combinadas, Bifidobacterium lactis Bi-07, Lactobacillus rhamnosus HN001 y Lactobacillus acidophilus NCFM como complemento de la terapia de rehidratación en el tratamiento de la diarrea acuosa aguda en niños hospitalizados comparado con la terapia de rehidratación para la diarrea sin probióticos. La combinación de las tres cepas probióticas administradas a niños de 1 a 3 años, dio como resultado una menor duración de la diarrea y estancias hospitalarias más cortas que los niños que solo recibieron la terapia de rehidratación. Además, en 2007, Hemalatha, R y col. administraron Lactobacillus paracasei Lpc-37 y Bifidobacterium lactis HN019 a niños preescolares sanos (2-5 años), durante un periodo de 9 meses en comparación con placebo. Concluyeron que los probióticos administrados redujeron la incidencia de episodios diarreicos y fiebre durante la temporada de lluvias, cuando la incidencia de estos síntomas suele ser mayor.
Bibliografía