28 febrero, 2020 - 39ytú
Dra. Mª Salud Abellán Ruiz, profesora en la Facultad de…
1 mayo, 2020
Dra. Begoña Cerdá Martínez-Pujalte, Profesor Contratado Doctor Grado Farmacia UCAM
La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que se caracteriza por prurito intenso, lesiones eccematosas y piel seca. Afecta hasta un 20% de los niños y del 1 al 3% de los adultos, aunque su prevalencia sigue aumentando. Es una patología compleja y multifactorial. Se desconoce la causa exacta de su origen, pero se cree que en su aparición y desarrollo intervienen diversos factores inmunitarios, genéticos y ambientales. Los mecanismos fisiopatológicos responsables del inicio y de la progresión de la DA implican disfunción de la barrera cutánea, alteraciones en las respuestas inmunes mediadas por células, hipersensibilidad mediada por IgE, factores ambientales y disbiosis (pérdida de población bacteriana beneficiosa), tanto cutánea como intestinal. Además, la DA está asociada a otras enfermedades como alergias, rinoconjuntivitis y asma.
La microbiota de la piel consta de bacterias, virus y hongos. Los pacientes que sufren de DA a menudo muestran un desequilibrio (disbiosis) en la microbiota. Los microorganismos comensales de la piel promueven las funciones normales del sistema inmunitario y evitan la colonización por patógenos. Por tanto, las alteraciones de la microbiota normal de la piel pueden provocar un aumento de la colonización por Staphylococcus aureus y permitir la progresión de la DA. Por otro lado, la integridad de la barrera cutánea está alterada en la dermatitis atópica. La filagrina es una proteína estructural fundamental para el desarrollo y mantenimiento de la barrera cutánea. Los defectos o mutaciones en esta proteína causan una pérdida de la función de la barrera cutánea, se produce un aumento potencial en la pérdida de agua transepidérmica, alteraciones del pH y deshidratación. Estas alteraciones reducen la protección contra los microbios y los alérgenos y confieren un mayor riesgo de desarrollar dermatitis atópica.
Como ocurre en otros trastornos atópicos, existe desequilibrio entre las citocinas Th1 y Th2, con un predominio de células Th2 en lugar de Th1. Este desequilibrio puede ocasionar alteraciones en las respuestas inmunes mediadas por células, promoviendo la hipersensibilidad mediada por las IgE, proceso que parece desempeñar un papel relevante en el desarrollo de la DA.
El tratamiento de la DA se basa en restablecer la hidratación cutánea, en la restauración de la barrera cutánea, en el control de la inflamación de la piel y en el tratamiento de infecciones secundarias. Por tanto, el tratamiento farmacológico incluye corticoides (tópicos y/o sistémicos), antihistamínicos, inmunomoduladores tópicos y antibióticos. Los corticosteroides tópicos son el tratamiento farmacológico de primera elección para el control de síntomas, pero además de no evitar las recaídas, tienen un gran número de efectos adversos que limitan su uso crónico.
Entre las nuevas alternativas para el tratamiento de la dermatitis atópica se encuentran los probióticos. Hay numerosos ensayos clínicos que sugieren que los probióticos pueden ser efectivos tanto a nivel de prevención como a nivel de tratamiento en esta enfermedad. Los probióticos influyen en las células eucariotas mediante diferentes mecanismos. Así, los ácidos grasos de cadena corta producidos por los probióticos a nivel intestinal, pueden activar receptores acoplados a proteínas G específicos, lo que desencadena la secreción de diferentes péptidos intestinales involucrados en la regulación del metabolismo energético y la función de barrera intestinal. Algunos microorganismos probióticos interaccionan con las células del intestino (huésped) a través de la producción de otros metabolitos o componentes celulares específicos. Estas interacciones tienen diferentes efectos en el huésped, entre ellas se ha visto su impacto en la salud de la piel y en el metabolismo del huésped por medio de la interacción inmune y del eje intestino-cerebro- piel. Por tanto, se puede decir que los probióticos modulan la microbiota intestinal y el estado inmunitario al mejorar la barrera intestinal. Estos efectos son responsables de reducir el fenómeno alérgico y la gravedad de la DA.
Parece que las formulaciones de probióticos de varias cepas de Lactobacillus rhamnosus, Bifidobacterium lactis y Lactobacillus acidophilus, en dosis altas (3-50.109 UFC /d) son actualmente las más prometedoras para la prevención y el tratamiento del eccema. Recientemente, se ha publicado un estudio en la revista JAMA Dermatology, acerca de la eficacia de una mezcla de probióticos (Bifidobacterium lactis CECT 8145, Bifidobacterim longum CECT 7347 y Lactobacillus casei CECT 9104) en la mejora del índice SCORAD (Scoring Atopic Dermatitis) y en la reducción de los días de utilización de corticoides tópicos en pacientes con dermatitis atópica moderada.
Estamos, por tanto, ante una nueva alternativa tanto a nivel de prevención como de tratamiento para esta enfermedad, pero son necesarios más estudios en donde se indique de forma precisa, que cepa o cepas son las más beneficiosas, así como cuál es la dosificación más adecuada.