28 febrero, 2020 - 39ytú
Dra. Mª Salud Abellán Ruiz, profesora en la Facultad de…
22 julio, 2022
Dra. Begoña Cerdá Martínez-Pujalte; Doctor Grado Farmacia UCAM.
Se denomina microbiota vaginal al conjunto de microorganismos que habitan en la mucosa vaginal. Es un complejo ecosistema que contiene miles de millones de microorganismos en donde dominan las bacterias (se estima que en edad reproductiva puede albergar entre 1010 y 1011 bacterias), pero también hay una pequeña cantidad de hongos y de parásitos. El equilibrio de estas comunidades microbianas es esencial para la salud femenina. La microbiota vaginal está constituida por diferentes especies bacterianas, donde destacan los lactobacilos y las bacterias Gram positivas anaerobias aerotolerantes que mediante la fermentación láctica crean un ambiente ácido en la vagina de la mujer en la edad fértil. La microbiota vaginal es dinámica, y está influenciada por diferentes factores como son los cambios hormonales, la actividad sexual y la higiene. Además, existen grandes diferencias en la microbiota vaginal entre mujeres embarazadas y no embarazadas.
La evidencia científica pone de manifiesto que la alteración de la microbiota vaginal (disbiosis) está relacionada con diferentes enfermedades ginecológicas tanto infecciosas como no infecciosas. Entre las infecciosas hay que destacar la vaginitis bacteriana, que se caracteriza por una alteración del microbioma vaginal que pasa de estar dominada por Lactobacillus a una microbiota dominada por bacterias anaerobias y facultativas (Gardnerella, Atopobium, Prevotella, Megasphaera, Leptotrichia, Sneathia, etc.). Se ha demostrado que la vaginitis bacteriana está asociada a otros trastornos del tracto reproductivo, entre los que se incluyen, infertilidad, cáncer de cuello uterino y adquisición del VIH (virus de inmunodeficiencia humana). También se ha demostrado que muchas infecciones de transmisión sexual, como las infecciones por N. gonorrhoeae y C. trachomatis, están favorecidas por la disbiosis de la microbiota vaginal y son más frecuentes en mujeres con vaginitis bacteriana.
Como se ha mencionado anteriormente, numerosas investigaciones en microbiota vaginal, han puesto de manifiesto cómo la disbiosis de la microbiota vaginal afecta también a la prevalencia de enfermedades ginecológicas no infecciosas, como los desórdenes menstruales, la infertilidad, el síndrome del ovario poliquístico (SOP) o el fibroma uterino.
En la actualidad, se han identificado más de 140 especies de Lactobacillus, pero las especies que normalmente dominan la microbiota vaginal son Lactobacillus crispatus, Lactobacillus gasseri, Lactobacillus jensenii y Lactobacillus iners. Estas especies se consideran claves para la salud vaginal, ya que mantienen un ambiente ácido y evitan el crecimiento de otros microorganismos patógenos; son capaces de adherirse al epitelio, repeliendo la adhesión de otras bacterias; y regulan la respuesta inmune e inflamatoria, mejorando la resistencia de la vagina a las enfermedades. Las especies de Lactobacillus prosperan en el ambiente anaerobio vaginal produciendo varios compuestos antimicrobianos, como ácido láctico, peróxido de hidrógeno y bacteriocinas contribuyendo así al mantenimiento de un microbioma vaginal saludable y estableciendo una defensa contra posibles patógenos invasores. Así, el dominio de Lactobacillus generalmente se considera como una garantía de una vagina sana. Pero es importante destacar que dependiendo de la especie de Lactobacillus dominante el grado de protección frente a infecciones patógenas es diferente. Si la especie dominante es L. crispatus, la salud y la estabilidad de la microbiota vaginal se ven reforzadas, pero cuando la especie dominante es L. iners, se incrementa la posibilidad de disbiosis.
Diferentes estudios ponen de manifiesto que la microbiota vaginal se puede restaurar en las principales patologías vaginales, lo que abre una vía terapéutica en el tratamiento de estas patologías tan recurrentes. En este sentido, se ha comprobado como en la vaginitis bacteriana, la terapia con probióticos basados en Lactobacillus puede reequilibrar la disbiosis vaginal. Estas bacterias actúan a través de diferentes mecanismos: producción de metabolitos (lactato, antimicrobianos y ácido láctico) que inhiben la proliferación de patógenos; exclusión de patógenos impidiendo su adhesión al epitelio; regulación de la respuesta inmune o inflamatoria, y mejora de la función de barrera aumentando la viscosidad del moco vaginal.
Lo mismo ocurre en la candidiasis vulvovaginal (infección fúngica vaginal más frecuente), en donde se ha corroborado que Lactobacillus puede ayudar en la recuperación de esta infección al regular la respuesta del sistema inmunológico, inhibir la proliferación de C. albicans, y al prevenir la colonización de C. albicans.
Incluso se ha comprobado que, en infecciones víricas como el VIH, la alteración de la microbiota vaginal con una reducción de Lactobacillus y una mayor diversidad microbiana estaba estrechamente relacionada con la patogénesis de la infección. Los Lactobacillus actuarían utilizando los mismos mecanismos que en las infecciones bacterianas.
Por último, destacar que los beneficios de la restauración de la microbiota vaginal con Lactobacillus también es beneficioso en patologías no infecciosas. Ya que, Lactobacillus es capaz de crear un ambiente no inflamatorio y de evitar que los patógenos en la vagina se muevan hacia el cuello uterino y hacia el útero.
Por lo tanto, como la microbiota vaginal equilibrada juega un papel significativo en la salud femenina, las intervenciones dirigidas a restaurar la composición saludable de la microbiota pueden ser una terapia adecuada para las enfermedades vaginales.
Bibliografía